“Corresponsales de guerra”Por Gabriel García Pike
En días pasados, un canal de tv presentó un programa realizado con ocasión de la invitación que les formulara el Ministerio de Defensa a los periodistas que querían especializarse en ser corresponsales de guerra. Dentro de las limitaciones a las que estamos acostumbrados, vimos que a los mencionados periodistas les dieron cursos de entrenamiento de comandos.
Nos llama profundamente la atención, por el hecho de que los corresponsales de guerra que cubren los conflictos armados en cualquier parte del mundo no siguen ningún curso de comando, pues ellos no van a los conflictos a participar como beligerantes sino más bien para informar adecuadamente sobre lo que sucede en el frente de batalla y que puede ser efectivamente de interés para la ciudadanía.
Pensamos que más bien debieron seguir cursos sobre cómo interpretar correctamente los hechos que se producen en el frente de guerra y cómo dar a conocer esas informaciones verazmente y sin el apasionamiento que normalmente ocurre a cualquier persona que se encuentra entre una línea militar y otra.
En los casos en que el corresponsal se ve directamente involucrado en un hecho de armas en el que está bajo fuego enemigo, con los medios de comunicación virtual o en directo con los que se cuenta en la actualidad, no sólo hay que transmitir la información sino desarrollarla en un contexto. No hemos visto que a los jóvenes que asistieron al curso se les diera instrucción sobre el manejo de la información y su presentación.
Ultimamente hemos visto infinidad de ejemplos de corresponsales de guerra en directo en las intervenciones en Iraq, Afganistán y otros, en las cuales el corresponsal no hace una acción para ayudar con información vital al enemigo sino, por el contrario, y en el caso de ser neutral, pone especial atención en lo que se comunica.
Cuál no sería nuestra sorpresa al escuchar que estos jóvenes periodistas, de una manera candorosa, manifestaban en su reportaje durante la visita a la base aérea de Chiclayo que el Perú sólo contaba con dos aviones cazabombarderos operativos. Cómo se deben haber alegrado los servicios de inteligencia extranjeros al ver que “los corresponsales” los ayudaban con su trabajo.
La respuesta la hemos tenido en menos de una semana, cuando la Fuerza Aérea de Chile informaba a la prensa internacional que ya se encontraban totalmente operativos los 28 aviones F-16 (cazabombarderos) recién adquiridos por su país y cerca de nuestra frontera.
Por ello consideramos conveniente instruir correctamente a los periodistas para el tratamiento de este tipo de “noticia”. Si bien es cierto que para nadie es una novedad el estado en que se encuentra la capacidad de disuasión de nuestras FFAA, tampoco hay por qué pregonarlo a los cuatro vientos.
